jueves, 16 de junio de 2011

4.- El tiempo

Es jueves.

Es increíble como los acontecimientos que suceden a tu alrededor marcan la velocidad del tiempo que te envuelve. Hace exactamente nueve días que tuve la lesión en la rodilla. Los primeros días parecían tener 48 horas. La imposibilidad de movimiento, el dolor y todo lo que eso conlleva hacían que cada minuto se doblara sobre sí mismo. A medida que han transcurrido los días, éstos han empezado a acortarse un poco más, sobre todo las noches, que ya vuelven a ser remansos de descanso y posturas varias en las que recupero fuerzas y ánimo.

Ya no duermo con cojín. Hasta hace tres días tenía uno a mano para ponerlo debajo de la rodilla, ya que me era imposible estirar la pierna completamente. Nunca me ha gustado dormir boca arriba (yo soy de las de lado, con las piernas semiflexionadas y abrazándome), pero estos días era la única postura que me podía permitir.

La inflamación ha ido remitiendo (vuelvo a tener rodillas, señoras y señores) y ya me puedo permitir subir escaleras (bajarlas todavía me cuesta mucho, pero ahí estamos, seguimos participando). La buena noticia es que al menos no me he dañado el menisco. Hay que seguir teniendo paciencia para que remita la inflamación y los ligamentos cruzados vuelvan completamente a su sitio.

El que sigue ganando es el peque. Se ha convertido en una rutina el llevarlo al cole en coche. Menos mal que quedan tres días para vacaciones...

Tres días...

Hace nada empezaba cuarto de primaria. Y dentro de tres meses estará en quinto. En este tema el tiempo vuela. Parece que los días tengan 5 horas, o menos.

Casi no recuerdo cuando era bebé. Cuando lloraba por todo. Había que estar con cien ojos para vigilarlo, siempre corriendo de aquí para allá, hablándome con su lengua de trapo, mirándome con aquellos ojazos enormes, marrones, inocentes. Tomándome con su manita y abrazándome sin parar.

Mi pequeño.

Se me escapa. Y me llena de orgullo y me aterroriza  a partes iguales. Añoro los ratos que nos pasábamos mirándonos y acariciándonos mientras le daba de mamar.
No soy capaz de imaginar nuestra vida sin él. No recuerdo qué hacíamos antes de que  llegara. Pero es que tampoco recuerdo mucho mi vida sin mi marido, ni cuando vivía con mis padres y mi hermana. Es como si siempre hubiese estado casada y con un niño.

¡Qué pronto nos adaptamos a las situaciones! ¿No?

Porque yo también fui niña. Y tengo recuerdos hermosos. Pero a veces asemeja que estoy viendo una película. Ahora comprendo a mi niño cuando intenta imaginarme pequeña, no como su madre.

Y me pongo en el sitio de mis padres. Ellos pasaron por lo mismo que ahora estoy pasando yo. Formaron su familia, tuvieron dos hijas, las cuales crecieron, se enamoraron, se casaron, se fueron de casa, le dieron nietos...

Ahora la casa se les queda grande. Y los años pasan. Pero de momento están acompañándose.

La otra cara es mi abuela. Que lleva cuatro años sola. Tiene que ser muy duro separarse de la persona que ha sido tu cómplice y compañero durante toda tu vida. Y no tener aspiraciones. Ver pasar los días sin ganas, esperando que suene el timbre que diga que ya te toca irte a tí.

Me aterroriza.

Debe ser por todo esto junto. Por querer engañarme, por retener el tiempo, el que mi reloj biológico resuene más y más en mi cabeza. Quiero volver a sentir lo que es tener un bebé en brazos, empezar de nuevo otra vida, hacer los mismos descubrimientos a través de los ojos de un niño, compartir la paz de su sueño...

No sé explicarlo de otra forma. Puede resultar egoísta, dirán algunos, tener un niño en este mundo tal y como están las cosas, pero si no fuera por ellos, por esa alegría que irradian y la fuerza de la que te dotan para tirar hacia delante puedas o no, este mundo no merecería la pena.

El tiempo sigue pasando. Quedan menos días para saber la respuesta de "mi otro yo". ¿Se decidirá a emprender de nuevo otra aventura? ¿Querrá darle un hermanit@ a nuestro peque?

No lo sé. No me da pistas. Pero sé que lo está pensando.

Y mientras, fuera llueve. Nos espera un día desapacible y tristón. Habrá que buscar algo que hacer para no sucumbir a la melancolía.



1 comentario:

Clarita dijo...

Que alegría volver a leerte, pisar este rinconcito que transmite familiaridad, esa que siempre me han transmitido tus entradas.
Me alegro mucho que la lesión de la rodilla no vaya a más y que ya estés casi curadita del todo.

Respecto a lo de darle un hermanito a tu peque, sería maravilloso!!!yo creo que a él le encantaría e imaginaos de nuevo con los abrazos y el roneo de un bebe, la protección que buscan en nosotras y lo divertida que va a estar la casa con tu peque jugando y correteando con otro peque...

Mi cielo, un besote enorme y gracias por volver y con la intuición de una maravillosa noticia...ya nos contarás!!Cuídate